domingo, 16 de mayo de 2010

Burbujas

Estaban ahí, sentados contando los minutos que les restaban para que ese autobús los llevara la sitio al cual no quieren llegar.
Su mirada denotaba ternura, calidez, nostalgia, con visos de tristeza y resignación; se susurran cosas, se alcanza a leer en los labios de él: "te amo, volveré pronto, espérame", ella no puede ocultar su profunda tristeza y deja rodar una lágrima por su mejilla la cual él limpia con un suave y tierno gesto, le da un beso en la frente y le dice que no se preocupe, que todo va a estar bien.
Finalmente el autobús llega a la parada a al cual no querían llegar, él le dice a ella que lo deje bajarse solo, que no lo acompañe, ya que una despedida posterior sería más difícil y dolorosa, ella asiente y se queda ahí, con la silla al lado suyo vacía, sin su compañero, infinitamente sola; su mirada queda fija en su rostro hasta donde le es posible, luego se pierde en la distancia y en el tiempo, como si quisiera que su tiempo quedara en pausa hasta que él volviera.
El bus llega a su siguiente parada y prácticamente sin pensarlo se baja y sale corriendo en dirección a la parada anterior. Los que estábamos en el bus presenciando esta telenovela en vivo y en directo, o por lo menos la mayoría de las mujeres, no pudieron evitar dejar salir al menos un suspiro, un "tan lindos", "pobrecitos", aunque también en la parte de atrás alguien dejó salir un "que boleta" y no puedo evitar dibujar una sonrisa burlona en mi rostro.
Nunca supe en que terminó esa historia y para ser sincera no me interesa en lo más mínimo ya que estoy segura que todos en algún momento de nuestras vidas todos hemos tenido que dejar ir a alguien que queremos, hemos tenido que decirle adiós a esa persona que necesitábamos para la vida fuera mas llevadera; lo que me llamó la atención de este par de personajes fué que estaban tan concentrados en sí mismos, tan sumergidos en el momento en que se encontraban que no les importaba nada a su alrededor, no les importaba que todas las personas que estábamos ahí nos diéramos cuenta de su historia, simplemente no existíamos, en ese momento del tiempo y del espacio solo existían ellos dos.
Era como si estuvieran en una burbuja, en un micro mundo habitado solo por 2 personas y no pude evitar sentir cierta envidia, envidia de la buena si es que eso puede existir, ya que hace mucho tiempo que se me ha negado la oportunidad de tener una relación convencional, sin personas, tiempo, distancia ni otro tipo de condiciones que se interpongan; y también porque hace poco tiempo dejé escapar la oportunidad de tener una con una persona maravillosa, por no traicionarme a mi misma, cosa de la cual no me arrepiento y espero no hacerlo, pero igual no puedo evitar sentirme triste, depresiva y desilucionada de la vida.
No puedo hacer mas que seguir con la mejor actitud, tratando de que esa cara alegre que la mayoría de las veces tengo y que a veces es una máscara, sea la que prevalezca. Dejaré que el tiempo pase, esperanzada en las heridas se curen o en su defecto que las circunstancias cambien; no seguiré buscando nada, no volveré a esperar nada para así evitar golpes y decepciones. Me internaré yo también en una burbuja, como los protagonistas de esta historia, con la diferencia de que esta la habitaré yo sola esperando que en su superficie reboten todas esas cosas que no quiero que me toquen; a lo mejor ya me han dado las señales suficientes de que ese es mi destino y no voy a luchar mas contra él, me siento tan cansada de hacerlo que he decidido tirar la toalla.

¡He dicho!

1 comentario:

  1. una historia bonita y triste, me hace recordar mucho a la paradoja del puercoespin, que dice que entre mas se acerquen, mas daño se hacen por sus espinas, por eso muchos deciden mantenerse solos para así no lastimar a nadie.
    Tu burbuja me hizo recordar la teoría del kekkai (prometí no volverte a escrir en japonés, pero el concepto no lo han traducido a otro idioma) el cual es una barrera que te protege del mundo y además protege al mundo de ti.

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